Ganadería
Rancho Seco
De la repartición de las herencias en el campo bravo tlaxcalteca se desprende Rancho Seco, una rama que mantiene la tradición por la crianza del toro. Fue fundada en 1922 por doña Cristina Carvajal de Muñoz y doña Beatriz Carvajal de González, en el sitio actual, con vacas y sementales de Zotoluca. En 1928 doña Beatriz le compra su parte a la hermana y se queda como única propietaria. Ese mismo año agregó vacas y sementales de Piedras Negras, que le tocaron por herencia. Se presentó en El Toreo el 16 de junio de 1929 con seis novillos para José González Carnicerito de México, Esteban García y Luis Peláez. En 1931 doña Beatriz contrae matrimonio con don Carlos Hernández Amozurrutia quien tomó las riendas de la ganadería. El 29 de marzo del mismo año lidió su primera corrida en El Toreo, un mano a mano entre Pepe Ortiz y Paco Gorráez. Don Carlos importó sangre española de Carmen de Federico (encaste Murube) y el primer semental en llegar a su casa fue “Fundador”, en 1938. En 45 don Carlos viaja a España y, después de muchas complicaciones, logra traer tres sementales de Antonio Urquijo, el No. 11, “Caballito”, el 48, “Temblador”, y el 60, “Tizonero”. El 13 de enero de 1952 en la Plaza México José María Martorell le cortó dos orejas al toro “Andrajoso”, cuyos restos fueron homenajeados con la vuelta al ruedo y lo premiaron como el mejor de esa temporada, lo mismo que al encierro completo. Don Carlos dejó de existir el 8 de diciembre de 1977. Por acuerdo del matrimonio Hernández González, al faltar don Carlos, se dio origen a tres casas nuevas en 1987, don Sergio conservó Rancho Seco, don Carlos fundó Carlos Pavón, que luego se llamó Carlos Hernández, y doña Luz Virginia Weber de Hernández fundó María del Carmen. Don Sergio refrescó su ganadería en 1983 con vacas y sementales de Garfias, de procedencia Saltillo, entre los cuales destacan los toros “Vengativo” y “Pardito”, así como vacas de la familia de las Vengativas, Cominitas y Parditas. En 1989 don Francisco de Paula y don Sergio Hernández Weber adquirieron la parte de su tío. En 1997, al abrirse la frontera para la importación de ganado español, don Sergio Hernández González decidió evocar lo que hizo el padre y, con el apoyo de sus hijos, trajo sangre de Murube y Santa Coloma para combinarla con la del toro mexicano.